Universidad Politécnica de Madrid Universidad Politécnica de Madrid

Facultad de Ciencias de la
Actividad Física y del Deporte

No empujemos a los niños y niñas a que abandonen el deporte

Los centros educativos están obligados a fomentar y mantener unos niveles de actividad física saludable para contribuir a conseguir unos adultos activos en el futuro

Artículo de opinión: EL PAIS País Salud y Bienestar

Autores: Miguel Ángel Gómez Ruano y Luis Miguel Ruiz Pérez || 06 feb 2023

El número de adolescentes que no practica ningún deporte en nuestro país es preocupante. Pregonamos las bondades del deporte, pero, sin embargo, no somos capaces de convencerles para que lo practiquen, y cuando lo hacen, en muchas ocasiones, les empujamos para que lo abandonen. Pareciera que solo nos gusta trabajar con aquellos que lo hacen muy bien, es como si un profesor solo deseara trabajar con los alumnos más brillantes de su clase. Pero nada mejor que una pequeña historia para entenderlo.

Nuestra protagonista es una adolescente de 15 años que lleva disfrutando del deporte desde temprana edad. Su experiencia comenzó a los cuatro años con actividades variadas como la natación, la música, el baile moderno, el ballet y el tenis de mesa, siendo a los nueve años cuando se decide por el baloncesto. Su familia siempre le animó a que disfrutara de sus diferentes actividades deportivas, sin forzarle a elegir una u otra, siendo ella quién manifestó sus preferencias, optando por el baloncesto desde los nueve hasta los 15 años.

Ha competido federativamente con diferentes niveles de exigencia en cada temporada. Sin embargo, tras comenzar su séptima temporada, diversas sombras y dudas le asaltan. Sus reflexiones comenzaron al volver a casa después de un entrenamiento. “Papá, esto ya no me parece divertido”, le dijo a su padre, seguido de “entrenamos mucho haciendo siempre lo mismo, el entrenador no confía en mi”, “soy la peor del equipo”, ”llevo muchos años jugando y no soy buena, casi no sé tirar a canasta”, ”el equipo está dividido en dos grupos, ya no es lo mismo que la temporada pasada”, seguido de otras reflexiones externas al deporte como “no tengo tiempo para estudiar” o “no puedo quedar con mis amigas/os ningún fin de semana por el baloncesto”.

Para cualquier padre o madre que quiere que sus hijos disfruten practicando deporte, escuchar que su hijo o hija le manifiesta que lo que hace ya lo no le divierte y que las causas de esta falta de diversión es que está dejando de jugar, de participar y que no es considerado por su entrenador, es algo muy duro.

¿Por qué nos empeñamos en resaltar las bondades educativas y formativas del deporte si la cruda realidad es otra? Debiéramos recordar que, cuando los niños se acercan al deporte, son cuatro sus necesidades básicas: ser tratados como niños que son, ser tenidos en cuenta por sus entrenadores y por sus padres, disfrutar haciendo deporte y no ser presionados de forma inapropiada. La cuestión que se plantea es ¿por qué nos empeñamos en decir que la experiencia deportiva está cargada de valores si luego no es así?

Experiencias como la de nuestra protagonista dejan una huella que durará de por vida y que se convertirá en un obstáculo para acercarse de nuevo al deporte en su edad adulta. La infancia y la adolescencia son momentos cruciales en los que o se ama el deporte o se abandona su práctica. Y el abandono es un problema al que no se le debe dar la espalda. Este abandono de la práctica deportiva se produce de manera más marcada en niñas que en niños, y en edades más tempranas también en las niñas que en los niños.

Los niños y adolescentes no juegan para entretener a los adultos o mantener la tradición de un club o de una familia. Hacen deporte porque les gusta y se divierten, y las experiencias deportivas que pueden vivir son las que pueden llegar a hacerles mejores personas y más saludables. Este asunto es antiguo, no es de ahora, existe desde que se dijo que lo importante era participar. La realidad es que no es así. Para muchos padres y entrenadores lo importante es ganar.

La evidencia científica nos indica que un sector de los niños y adolescentes deja el deporte, lo abandona, y lo hace por varias razones: la presión familiar, el entorno o del entrenador; otras prioridades sociales (otras cosas que hacer) o porque buscan otro deporte como alternativa; la falta de disfrute o el aburrimiento; y la baja percepción que tienen de su competencia, las presiones internas y negativas del equipo o malas relaciones con el entrenador, a lo que hay que añadir las lesiones o la falta de medios materiales.

>> Artículo completo

Imágenes GETTY IMAGES