Universidad Politécnica de Madrid Universidad Politécnica de Madrid

Facultad de Ciencias de la
Actividad Física y del Deporte

Yo, rata de laboratorio

Una colaboradora de EL PAÍS participa en un novedoso ensayo clínico para probar un suplemento nutricional para el síndrome de la vejiga hiperactiva. Estudio realizado a través del Grupo de investigación ImFine de la FCCAFyD (INEF ) UPM.

Artículo de la periodista Victoria Toro publicado 06/01/2023 en el País Salud y Bienestar

Para que un producto llegue a las farmacias es obligatorio realizar antes diversas pruebas con él. Cuando se ha identificado una sustancia que puede tener un uso terapéutico, primero se prueba en cultivos celulares y animales, generalmente ratas de laboratorio o ratones. En esas primeras pruebas se analiza su posible toxicidad y si provoca efectos adversos graves, además de su esperada eficacia terapéutica. Una vez que se ha comprobado que no es tóxica, no causa problemas graves y se ha demostrado eficacia en modelos animales, llega la verificación definitiva, se prueba en seres humanos. A esta última y crucial prueba se le llama ensayo clínico.

Marcela González Gross, doctora en Farmacia y directora del departamento de Salud y Rendimiento Humano en la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (INEF) de la Universidad Politécnica de Madrid, dirige también un grupo de investigación especializado en realizar ensayos clínicos. “Hemos adquirido cierta fama, tanto a nivel nacional como internacional”, explica González Gross. Esta especialista explica que, por esa reputación, les contactó una empresa islandesa que quería hacer “un ensayo clínico con un suplemento nutricional para el síndrome de vejiga hiperactiva”.

Este ensayo, que el grupo dirigido por González Gross comenzó en el año 2020, pretende probar que un suplemento alimentario es eficaz contra los síntomas de un síndrome que, según su propia directora, “padece un 12% de la población”. El síndrome de vejiga hiperactiva provoca una necesidad repentina y frecuente de orinar que puede llegar a ser difícil de controlar y cuyas complicaciones, según información de la estadounidense Clínica Mayo, pueden llegar a ser tan serias como la aparición de sufrimiento emocional o depresión, ansiedad, alteraciones del sueño o problemas de sexualidad.

El ensayo clínico del grupo de la investigadora analiza si el suplemento tiene eficacia para acabar con este problema en 200 voluntarios. Y yo soy una de ellos.

Voluntaria y no remunerada

Entré en el ensayo por casualidad. Una amiga investigadora me habló de él y me dijo que estaban teniendo problemas para encontrar voluntarios. Y, como yo cumplía los requisitos que requería el ensayo, me apunté. Las leyes, españolas y europeas, exigen que la participación en un ensayo clínico sea voluntaria y no remunerada. Una vez que el grupo de investigación me aceptó, llegaron las pruebas. Antes de empezarlas, tuve que rellenar siete formularios. Desde el consentimiento informado, en el que firmo que entiendo lo que supone participar en el ensayo, hasta exhaustivas indagaciones sobre la frecuencia de mis micciones, mis hábitos de vida y mi alimentación.

Después de enviarles toda esa información llega el día del comienzo de mi participación en el ensayo. Me citan en el laboratorio de bioquímica de la facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (INEF) de la Universidad Politécnica de Madrid. Allí me espera Jaime López-Seoane, licenciado en Nutrición y Dietética y estudiante de doctorado, cuya tesis va a centrarse, precisamente, en este ensayo clínico. En el ensayo, es el responsable del contacto con las personas que se presentaron como voluntarias.

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Imágenes Álvaro García (Fotógrafo del periódico El País)